El hombre que todos creían sería la portada de las revistas más vendidas de EEUU allá por el principio del 2000.
California, EEUU- Para todos los que crecimos en la dulce inocencia de que un día conoceríamos a una chava hermosa que se viera intelectualmente seducida por compartir el mismo gusto musical; para todos los albinos asmáticos, incapaces de durar más de los “tres días de prueba gratis” en un gym; para los adoradores de la virtudes de la mano derecha, cariñosa e incondicional; para ese adolescente soñador y platicó va esta nota.
Es momento de dejar de comparar tu biografía con la de Steve Jobs o Mark Z., ellos hablan mejor inglés y aparte son güeros. Si quieres darle una inyección de positividad a esa maltratada autoestima que traes, chécate el caso de Tom Myspace. El hombre que todos creían sería la portada de las revistas más vendidas de EEUU allá por el principio del 2000.
Su triste historia te conmoverá hasta las lágrimas.
Aquel joven con el que todo nuevo usuario combatía la soledad de una nueva sesión, vio caer su imperio y destruirse en mil pedazos o mejor dicho: mil fan pages.
La frivolidad de las fotos de perfil con la duckface, las rolas compartidas, y la red del pajaríto fueron los primeros augurios de un mundo que se acabaría.
La pluralidad de las redes sociales se vio fagocitada por el CaraLibro azul que con una sonrisa encantadora se metió en las casa de todos los mexicanos y hogares de todo el mundo en general, incluso en Querétaro.
El gringo Tom, hoy es vagabundo y ninguno de sus amigos lo pela.
De hecho, cambió su nombre para evitar la pena de ser reconocido.
Sin duda, su paso por la humanidad deja una huella sabia y dolorosa: “Los amigos nacen de la espontaneidad y no de ser obligatorio en la red social que fundaste.”
De chico, el pequeño Tomy se había acostumbrado a imponer que para jugar al fútbol con su pelota, él debía ser el capitán del equipo. Estas actitudes no corregidas a tiempo forjaron un monstruo sediento de amigos que no supo lidiar con la frustración.
“Solía pasar horas esperando que alguien contestara, un mail, una llamada y nada” Tom, hoy es un hombre de bien, se confiesa arrepentido y a favor de la paz.
“En una ocasión, tomé la base de datos para marcarle a uno por uno de mis contactos por qué no me habían invitado a sus cumpleaños.”
A quién quiera hacer una donación para solventar un renacer espiritual de un hombre que solo quiso ofrecer su amistad e intercambiar música, puede hacerlo a su cuenta bancaria con su número de CLABE.